New born, Christian Schloe |
A mi hermano
A veces me devora la bruma, me ausento, desaparezco, como si me absorbiera la nada. Me encierro en una espiral; mi mano derecha bajo mi seno izquierdo, mi mano izquierda en mi pubis y mis piernas enlazadas. Me deslizo en caída libre por un agujero holgado y voy a parar a una reserva absoluta donde me aguarda mi primera cama. Me reclino en ese lecho en el que tanto te echaba de menos y me hacías tanta falta, aquel en el que me despertaba a medianoche con el corazón vibrando. Aún hoy siento nuestra escisión, y a pesar de los años nunca te olvido del todo, ni me acostumbro a tu ausencia. Creo que si de vez en cuando vengo hasta aquí es para volver a sentir tus codazos y patadas. Te parecerá una tonteria, pero son esos recuerdos los que desatan mi nostalgia.
Cuando me envuelve la bruma pierdo la noción del tiempo. Me sumo en un letargo invernal, deambulo por un limbo lleno de ideas extrañas que elabora mi cabeza de manera desacertada. Confundo realidad con ficción, no veo la diferencia entre lo que siento y lo que en realidad pasa. Tú no conoces lo que hay al otro lado, siempre has vivido aquí desde que nos expulsaron de nuestro hogar feliz. Tal vez siempre hayas pasado frío excepto cuando estuvimos juntos y buscábamos las manos del otro a través de esas membranas elásticas. Entonces eramos peces y necesitábamos agua, pero ese agua la perdimos y nos quedamos sin casa. Y ahora tú vives aquí, en este hondo silencio en el que tan solo percibo el zumbido de mi oido izquierdo, en una oscuridad completa en la que me muevo a tientas buscando tu marca.
Y de pronto llega ese momento en el que siento tu suave impulso que me empuja hacia arriba, en escalada lenta y ardua. Emerjo muy despacio de esa zambullida profunda. De repente se abre un claro y no sé si quiero marcharme. Pero estiro lentamente mi mano, la de mi otro yo la agarra con fuerza , tira de mí, me arrastra y me saca de la espesa niebla. Vuelvo al lugar donde se nombran las cosas, donde existen las palabras. Aunque persiste la bruma, esta se vuelve diáfana y emprendo el camino de regreso a mi otra casa.
AMPARO DE VEGA REDONDO
Christian Schloe
A veces me devora la bruma, me ausento, desaparezco, como si me absorbiera la nada. Me encierro en una espiral; mi mano derecha bajo mi seno izquierdo, mi mano izquierda en mi pubis y mis piernas enlazadas. Me deslizo en caída libre por un agujero holgado y voy a parar a una reserva absoluta donde me aguarda mi primera cama. Me reclino en ese lecho en el que tanto te echaba de menos y me hacías tanta falta, aquel en el que me despertaba a medianoche con el corazón vibrando. Aún hoy siento nuestra escisión, y a pesar de los años nunca te olvido del todo, ni me acostumbro a tu ausencia. Creo que si de vez en cuando vengo hasta aquí es para volver a sentir tus codazos y patadas. Te parecerá una tonteria, pero son esos recuerdos los que desatan mi nostalgia.
Cuando me envuelve la bruma pierdo la noción del tiempo. Me sumo en un letargo invernal, deambulo por un limbo lleno de ideas extrañas que elabora mi cabeza de manera desacertada. Confundo realidad con ficción, no veo la diferencia entre lo que siento y lo que en realidad pasa. Tú no conoces lo que hay al otro lado, siempre has vivido aquí desde que nos expulsaron de nuestro hogar feliz. Tal vez siempre hayas pasado frío excepto cuando estuvimos juntos y buscábamos las manos del otro a través de esas membranas elásticas. Entonces eramos peces y necesitábamos agua, pero ese agua la perdimos y nos quedamos sin casa. Y ahora tú vives aquí, en este hondo silencio en el que tan solo percibo el zumbido de mi oido izquierdo, en una oscuridad completa en la que me muevo a tientas buscando tu marca.
Y de pronto llega ese momento en el que siento tu suave impulso que me empuja hacia arriba, en escalada lenta y ardua. Emerjo muy despacio de esa zambullida profunda. De repente se abre un claro y no sé si quiero marcharme. Pero estiro lentamente mi mano, la de mi otro yo la agarra con fuerza , tira de mí, me arrastra y me saca de la espesa niebla. Vuelvo al lugar donde se nombran las cosas, donde existen las palabras. Aunque persiste la bruma, esta se vuelve diáfana y emprendo el camino de regreso a mi otra casa.
AMPARO DE VEGA REDONDO
Christian Schloe
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