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miércoles, 4 de agosto de 2021

Sad soul





You got so close

You almost touched my soul, 

But you stole an eye instead

And turned it into a bird.

Now my eye can fly

All over the world

But my poor soul is sad, 

So sad to keep untouched!




viernes, 7 de agosto de 2015

Madison time

Al final, ella siempre baila sola...
                                  
Bande à part (1964). Jean Luc Godard




 Bande à  part (1964). Jean Luc Godard 

"Come on little stranger
There's only one last dance
Soon the music's over
Let's give it one more chance"

"Vamos forastero,
sólo queda un último baile.
Pronto acabará la música.
Démosle otra oportunidad"

Dance with me. Nouvelle Vague





                                           
  

El Madison es un baile que se hizo popular en la década de finales de los años 50 a los 60. Surgió en USA y se basaba en el twist. Aunque era un baile de "a dos", o de varios grupos de parejas, no había contacto físico entre ellos. Podía bailarse en fila, en círculo o uno frente a otro. Eran varias las posiciones de este baile que, además, se prestaba a la improvisación.

En España vimos una muestra del Madison en la película Marisol rumbo a Río (Fernando Palacios1963)interpretada por Pepa Flores pero, sin duda, la escena cinematográfica más emblemática de este baile fue la de la película de Jean-Luc Godard Bande à Part (1964)en la que los tres personajes protagonistas (interpretados por Claude BrasseurDanièle Girard y la que fuera musa de Jean-Luc Godard e icono de la Nouvelle Vague, Anna Karina) hacen una deliciosa coreografía en la que luego se inspiraría Tarantino, gran admirador de  Godard, para la famosa escena del baile entre John Travolta y Uma Thurman en Pulp Fiction (1994)Y otra muestra la tenemos en la película Hairspray (John Waters, 1988) 


Y al recordar esta película, no puedo obviar otra de sus secuencias más conocidas que, además, reproduce una pequeña "gamberrada" que me hubiera encantado llevar a la práctica: recorrer el Museo del Louvre en un tiempo récord, unos nueve minutos. El gran Bertolucci, a su vez, rindió también homenaje a esta escena de Godard en su film Soñadores (2003)                                        








Adoro la frescura y la libertad creativa de Godard, el charm de Anna Karina, las películas con las que nos sorprendió la Nouvelle Vague y a Bertolucci, a pesar de sus irregularidades. Además, me gusta el Madison y la música que hace este colectivo francés, Nouvelle Vague, que ha tomado el nombre de ese grupo de cineastas franceses surgido a finales de la década de 1950; cineastas que reaccionaron contra las estructuras impuestas  hasta entonces y que aspiraban a la libertad de expresión, así como a la libertad técnica en el campo de la producción cinematográfica. 
                                                    

AMPARO DE VEGA REDONDO


jueves, 11 de junio de 2015

Intimidad con los extraños


Dianne Keaton y Woody Allen en Annie Hall cuando son aún dos desconocidos






El dramaturgo Tenesse Williams, uno de los autores más representativos del teatro norteamericano contemporáneo, se caracterizó por poblar sus dramas de personajes profundamente heridos en el alma, la psique y el corazón. Esos quiebros les convertían en seres excesivamente vulnerables, desgarrados, altamente inflamables y propensos al conflicto, el principio esencial del DRAMA y que, en el caso de T. Williams, aunque sus obras son ricas en subtramas, suele ser esencialmente  de carácter emocional, la pugna de un personaje con sus propios fantasmas y sus demonios.

Fue Blanche Dubois, el personaje central de Un tranvía llamado deseo y paradigmático de la obra de Williams, quien decía que siempre había dependido de la amabilidad de los extraños y es que, en ocasiones, los extraños nos proporcionan un confort que no encontramos en las personas más próximas a nosotros. Estamos descontextualizados para ellos y, por tanto, hay menor cabida para los prejuicios, nos tratan con una menor exigencia. A esos extraños podemos encontrarlos en un banco de un parque, una parada de metro, un vagón de tren , un avión, el hall de un hotel, una sala de espera o cualquier otro lugar en el que estamos "en tránsito". De una manera casi casual comenzamos a hablar con ellos y en cuestión de minutos podemos llegar a desvelar fragmentos importantes de nuestra vida. En ocasiones pueden producirse pequeños gestos de complicidad cuando alguien te susurra algo que no desea que un pariente próximo escuche. Comparten contigo algún temor o preocupación , algo que necesitan sacar de un lugar oscuro y que te confían con la inconsciente  certeza de que no volverán a cruzarse contigo.

Estos extraños que encontramos o nos encuentran suelen ser personajes de reparto de la historia de nuestra vida; tienen una participación muy pequeña en ella y sus nombres no aparecerán en los créditos finales. Serán, en la mayoría de los casos, meros figurantes, aún cuando tengan unas líneas de diálogo. Sin embargo es en ellos en quienes a veces depositamos, como si de un hueco hecho en el tronco de un árbol se tratara, un secreto que quedará cubierto de barro para siempre. Luego continuaremos viviendo junto a los personajes protagonistas de nuestra trama, personajes que en muchos casos desconocen nuestro pulso más profundo.

Sin embargo,  a veces los extraños acaban involucrándose en nuestra vida y se convierten en protagonistas de ella. El cine ha recreado algunos de estos encuentros, casi siempre en su dimensión más romántica. Las historias de títulos como Breve encuentro (David Lean, 1945) Cuando Harry encontró a Sally (Rob Reiner,1989) Annie Hall (Woody Allen, 1977) In the mood for love ( Wong Kar Wai , 2000), Los puentes de Madison (Clint Eastwood, 1995) o Extraños en un tren (Alfred Hitchcock, 1951), esta última con tintes de intriga, se generan a partir del encuentro entre dos desconocidos. Y es que, en realidad, todos hemos sido extraños para todos en un comienzo. A veces  los extraños se reconocen y se instalan en nuestras vidas, aunque nunca sabremos por cuanto tiempo. Entonces sí, sus nombres figurarán en los créditos finales de la película de nuestra vida.



Los personajes Chow Mo-wan y Ah Ping de In the mood for love (Wong Kar Wai )




Chow Mo-wanIn the old days, if someone had a secret they didn’t want to share… you know what they did? 
Ah PingHave no idea. 
Chow Mo-wan: They went up a mountain, found a tree, carved a hole in it, and whispered the secret into the hole. Then they covered it with mud. And leave the secret there forever. 


"En la antigüedad si alguien tenía un secreto que no quería compartir sabes lo que hacía? Subían a una montaña, encontraban un árbol, escarbaban un hoyo en él y le susurraban su secreto. Luego lo cubrían con barro.Y dejaban el secreto allí para siempre."


(Diálogo entre los personajes protagonistas de la película de Wong Kar-wai In the mood for love)



AMPARO DE VEGA REDONDO







jueves, 12 de febrero de 2015

FRASES DE CINE: "21 gramos". Alejandro Gonzalez Iñarritu (2003)





"La tierra giró para acercarnos, giró sobre sí misma y en nosotros, hasta que por fin nos juntó en este  sueño".








Este texto que cita el personaje de Paul Rivers (interpretado por Sean Penn) procede de un poema del poeta y ensayista venezolano Eugenio Montejo, La tierra giró para acercarnos:



La tierra giró para acercarnos 
giró sobre sí misma y en nosotros, 
hasta juntarnos por fin en este sueño 
como fue escrito en el Simposio. 
Pasaron noches, nieves y solsticios; 
pasó el tiempo en minutos y milenios. 
Una carreta que iba para Nínive 
llegó a Nebraska. 
Un gallo cantó lejos del mundo, 
en la previda a menos mil de nuestros padres. 
La tierra giró musicalmente 
llevándonos a bordo; 
no cesó de girar un solo instante, 
como si tanto amor, tanto milagro 
sólo fuera un adagio hace mucho ya escrito 
entre las partituras del Simposio. 


Eugenio Montejo






La cita se inserta en el diálogo entre Paul Rivers (Sean Penn) y Cristina Peck (Naomi Watts):


Paul: -Hay un número oculto en cada acto de la vida, en cada aspecto del universo, fractales, materia… hay un número que clama por decirnos algo…. te estoy aburriendo. 

Cristina: -No, no, yo…, lo siento. 

Paul: -Lo sé, lo que intento explicar es que los números son una puerta para entender un misterio que es mayor que nosotros. El modo en que dos personas desconocidas llegan a conocerse. Hay un poema de un escritor venezolano que empieza: “La tierra giró para acercarnos más, giró sobre si misma y en nuestro interior hasta que por fin nos reunió en este sueño” 

Cristina: -Muy bonito 

Paul: -Tienen que ocurrir tantas cosas para que dos personas se conozcan. En el fondo, eso son las matemáticas. 

Si lo pensamos, es necesaria una ecuación tan compleja para que dos personas se encuentren...

Y este es el texto que escuchamos en off en la escena final de la película:




"How many lives do we live? How many times do we die? They say we all lose 21 grams... at the exact moment of our death. Everyone. And how much fits into 21 grams? How much is lost? When do we lose 21 grams? How much goes with them? How much is gained? How much is gained? Twenty-one grams. The weight of a stack of five nickels. The weight of a hummingbird. A chocolate bar. How much did 21 grams weigh?"


"Cuántas vidas vivimos? ¿Cuántas veces morimos? Dicen que todos perdemos 21 gramos en el momento exacto de la muerte, Todos. ¿Cuánto cabe en 21 gramos? ¿Cuánto se pierde? ¿Cuándo perdemos 21 gramos? ¿Cuándo se va con ellos? ¿Cuánto se gana? ¿Cuánto se gana? 21 gramos. El peso de 5 monedas de 5 centavos. El peso de un colibrí, De una chocolatina. ¿Cuánto pesaban 21 gramos?"



miércoles, 7 de enero de 2015

Winter Sleep/Sueño de invierno






               
Un amigo comentaba una vez que nadie le había comprendido tan bien como una película. Enseguida asentí. Esto puede ser extensible a un libro, un poema, una pieza musical, una canción, un cuadro... En definitiva, esa es una de las grandes funciones del arte, acompañarnos en nuestros estados de soledad, en los momentos en los que creemos no ser comprendidos por nadie. El otro día vi una película que consiguió, con sus más de tres horas de metraje, hacerme sentir conectada con el mundo. Lo extraordinario es que esto no ocurre, necesariamente, porque veamos plasmados experiencias o escenarios relacionados directamente con nosotros. Ese es el poder del arte, su capacidad para trascender lo anecdótico.







Esta entrada no persigue la crítica cinematográfica al uso sino una reflexión sobre una película que en su aparente marco helado trasmite calidez, la que reside en los personajes y que aflora tímidamente  a través de miradas en la distancia y solo al final a través de la voz en off de Aydin, el personaje protagonista. Este sueño de invierno, con su cadencia lenta, sus paisajes nevados de la estepa de la Capadocia turca y sus interiores templados en los que tienen lugar largas charlas junto a la chimenea, la escritura de Aydin, actor retirado y propietario de un pequeño hotel, en su estudio, o los breves contactos con sus huéspedes, es verdad que no es apto para todos los paladares, pero va atrapando al espectador que sabe apreciar el buen cine. Aunque solo fuera por la belleza de sus imágenes, ya valdría la pena dedicarle un tiempo.

La Sonata para piano No 20 de Schubert marca ese ritmo lento de esta película del gran director turco Nuri Bilge Ceylan, Kış Uykusu (Winter Sleep) que consiguió la Palma de Oro en el último Festival de Cannes, y acompaña acertadamente a la melancolía que desprenden sus imágenes, en las que el piano se alterna con los sonidos de la naturaleza (los pájaros, las gallinas, el viento), el crepitar del fuego o el mismo silencio.






Cualquier viajero romántico desearía poder llegar hasta ese lugar recóndito de Anatolia central y hospedarse en el hotel Othello, mezclarse con los demás huéspedes, que no llevan tablets y escriben sus notas de viaje en un cuaderno, poder intercambiar unas palabras con Aydin y estrechar su mano con firmeza antes de despedirse.  
 
Sueño de invierno cuenta varias historias, aunque todas se articulen en torno al personaje central, Aydin: la relación distante con su esposa Nihal, con su recientemente divorciada hermana, con sus humildes arrendatarios, con su hombre de confianza, y consigo mismo. Es justo un suceso externo el que le hace salir de su refugio interior y comenzar a poner un poco más de atención al mundo próximo, despertar de su sueño invernal para hacer "visible" a Nihal, acercarse a los forasteros que se alojan en el hotel, o tomar conciencia de los problemas de sus vecinos.

No deja de ser significativo y lamentable a la vez que necesitemos hacer una declaración de amor en off, a escondidas, para no dejar al descubierto nuestra vulnerabilidad, incluso cuando esa declaración va dirigida a una persona que forma parte de nuestra esfera más intima y con la que compartimos casa y lecho. 






El aislamiento, la soledad,  el tedio, el orgullo, el servilismo, la compasión, son las fibras con las que se teje este sueño invernal en el que todos tenemos cabida. Siempre digo que el cine, de todas las artes, es sin duda la que tiene una mayor capacidad para transmitir verdad, inmediatez, además de aglutinar a las demás artes. Tal vez por eso, sea relativamente fácil que una buena película pueda comprender las emociones que habitan en nosotros, hacerlas palpables y hacernos sentir acompañados. Sé que será inútil buscar la caverna en la que se encuentra el Hotel Othello, por más que recorra el paisaje lunar de la Capadocia. Pero tal vez sí pueda llegar a su pequeña estación de tren, y 
calentar mis manos en la estufa de carbón mientras espero subirme al vagón que me lleve a Estambul.



                                          







domingo, 4 de enero de 2015

Decepción

Fotograma de la película 2046 de Wong Kar-wai (2004)














 "And she just said that the bigger the disappointment, the smaller the pain his despise had caused her. What she did not say, unnecesary as it was, is that  disappointment, as it kept on increasing, annihilated as well the pain of the disappointment itself".

Zoe Moresbye. The white road

"Y simplemente le dijo que la decepción  crecía en proporción inversa al dolor que le había causado su desprecio. Lo que no le dijo, porque ya no era necesario, es que la decepción, al ir aumentando, aniquilaba también el dolor de  la propia decepción".

Zoe Moresbye. La carretera blanca,


                       


Desde la azotea del Hotel Oriental Oshin contemplaba la densidad de un horizonte cargado de polución.  Exhalaba el humo de su cigarrillo sobre el aire espeso para que se  fundiera con él. Apenas podía divisar alguno de los rascacielos de la ciudad fantasma. Tenía ante sí una sólida capa amarillenta, como un lienzo o una pantalla sobre la que se proyectaban por vez primera las imágenes de su último sueño: una ciudad desnuda de cuyas esquinas comezaban a surgir seres sin rostro, inexpresivos, vacíos. Caminaban a paso  marcial, sin llegar a rozarse unos con otros. Los ojos huecos y sin transfondo, como los de una máscara, los labios rígidos y fríos. No había nada tras el misterio, solo falacias. 

Las peores mentiras, las que se siguen manteniendo cuando ya se sabe la verdad, se exhibían ahora ante sus ojos, aunque ya las había visto, incluso antes de que se las revelara su sueño. Oshin había ofrecido su cuerpo sin artificios. Solo le quedaban las palabras vacuas, raídas de tanto ser repetidas en serie. Ahora, en el crepúsculo, con cada exhalación vaciaba su vientre y su pecho del humo que le habían vendido. Quería sentirlo, sin negarlo, y luego espirarlo, librarse de su toxicidad, devolverlo a la ciudad contaminada.

Y ahora volvería a su habitación, la 686, y escribiría su sueño. Lo escribiría mientras derretía en su boca el último bombón de la caja roja. Lo escribiría para no olviarlo, para recordar que hasta los silencios pueden estar hechos de humo.


AMPARO DE VEGA REDONDO





                                            

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Cierra los ojos



Nusch Éluard. Man Ray























Cierra los ojos y mira. Sí, ciérralos y mira todo lo que hay bajo tus párpados. Hay pigmentos color amarillo, magenta y azul cian, que cambian constantemente y generan cientos de colores más. Y si miras a lo lejos iras destapando recuerdos, inventados unos, desvirtuados otros, muy pocos certeros, casi todos falsos. Pero son los tuyos. El mar puede tornarse malva y las rosas zarzas, los rostros superponerse y los torsos adoptar posturas extrañas. Las nubes te absorben y el viento te arrastra, el cielo va dando vueltas y los árboles te acarician con sus ramas. Un cráter puede ser tu ombligo y una ladera su espalda. Y el hueco entre las clavículas convertirse en un Bósforo, como el conde Almásy clamaba. Nada es solo algo, porque algo puede serlo todo en una perfecta amalgama. Y ahora, abre los ojos, no mires, solo siente y no digas nada. Pero si es necesario...habla!


Amparo de Vega Redondo


Man Ray




El Conde Almásy fue un aristócrata de origen húngaro, aviador e investigador que se convirtió en el personaje protagonista de la novela de Michael Ondaatje El Paciente Inglés, novela que el director británico Anthony Minghella llevó a la pantalla. En una escena él elogia el hueco que hay entre  el esternón y las clavículas de su amante, Katharine Clifton. Y dice así:

"Me encanta este hueco, ¿como se llamará? ¡Esto es mío ! Pediré Al Rey que esta maravilla se llame el Bósforo de Almasy... "




miércoles, 26 de noviembre de 2014

A mis amigas











                                                             
La película Ricas y Famosas (1981), la última que dirigió George Cukor, ese director que tan bien supo retratar el universo femenino, la vi con unos compañeros del Instituto del Teatro en el que por entonces estudiaba Arte Dramático, poco después de mi llegada a Sevilla tras acabar mis estudios universitarios en Valencia. Es de esas películas que cuando sales del cine te hace sentir que has perdido toda capacidad crítica, sencillamente porque ha conseguido emocionarte y has entrado en ella a saco. Ese espléndido  duelo interpretativo entre Jacqueline Bisset (una de las actrices con mayor capacidad expresiva) y Candice Bergen  va parejo a un duelo de emociones propias de una amistad que se inicia en la infancia y se prolonga hasta la madurez, una amistad sincera pero no por ello exenta de pequeñas envidias y traiciones. Porque la amistad nunca es perfecta y el no serlo no la hace menos valiosa. 

Cuando llegué de Valencia tuve que comenzar de cero en muchos aspectos. Supuso un punto de inflexión en mi educación sentimental. Había dejado en la ciudad de la Estación del Norte, del Grao, la Malvarrosa, el mar de Sorolla..., algunas relaciones rotas. Lo mismo me ocurrió cuando abandoné Badajoz, donde había transcurrido mi niñez. La primera escena de esta película, en la que dos amigas adolescentes que comparten internado se separan de madrugada cuando una de ellas va a escaparse con su novio, me hacía conectar con la primera amiga que tuve y a la que había perdido hacía mucho tiempo. Luego la película recorre la vida de estas dos mujeres, tan diferentes,  a lo largo de los años en los que se convierten en dos escritoras ricas y famosas pero infelices. Y es que la historia que nos cuenta Cukor es la de dos mujeres que desean justo lo que no tienen y que "sabían exactamente la vida que querían tener: ¡la de la otra!"


La conversación. Matisse

Cuando era niña era extremadamente exigente con mis amigas y no digo amigos porque iba a un colegio de monjas y tenía un padre muy severo que no me dejaba salir con chicos...

Si alguna de ellas no se comportaba de la manera que yo consideraba debía hacerlo una buena amiga, pasaba a borrarla de mi lista de AMIGAS (yo  escribía esa palabra con mayúsculas). Creía tener un concepto muy elevado de la amistad. En realidad lo que tenía era un ideal basado en la perfección, como suele ocurrir a una edad en la que aún no has podido entender la complejidad del mundo y mucho menos la del ser humano. Pensaba que la amistad era un concepto absoluto, como el amor. Esa idea me llevó a ser tan rígida que durante mucho tiempo creí no tener grandes amigas. Con el tiempo me he dado cuenta de muchas cosas (¡menos mal!). Una de ellas es que la amistad es una carrera de fondo en la que a veces pierdes de vista a alguna de las personas que corren contigo, en ocasiones para siempre, y a otras  las irás reencontrando en algún momento, o correrás  a la par con ellas siempre.

Cada amiga es singular en su modo de ejercer la amistad y por tanto única. Por eso resulta tan difícil responder a esa pregunta de quién es tu mejor amiga. Es verdad que la amistad se produce a diferentes niveles cualitativos y esa diferencia tal vez sea la que te haga considerar quienes son amigas y quienes meramente compañeras o conocidas. Sin embargo, otra de esas cosas que aprendes con el tiempo es que las etiquetas, si no tenemos más remedio que colocarlas para poder identificar y comprender el mundo, solo debemos hacerlo cuando las cosas se van definiendo por sí mismas y no antes. Y ese "definirse" en realidad lleva toda una vida.


El baño turco. Ingres



















Hay algo especial en la relación entre las mujeres  más allá de lo que proclama ese tópico, y en el que hay gran parte de verdad (me refiero a esas teorías sobre nuestra capacidad para conectar, para compartir emociones, para sanarnos mutuamente...) que seguramente tenga su origen en la antigüedad cuando las mujeres  se nutrían de la compañía de sus iguales para hacer más llevadero el aislamiento en un mundo de hombres y para compartir la gran riqueza de su mundo interior (pensemos en los gineceos griegos o los harenes egipcios, por ejemplo).

Se dice que una mujer puede ser el peor de los enemigos para otra mujer y, desgraciadamente, es así en ocasiones. Las mujeres suelen rivalizar con frecuencia, pero no siempre. Por eso una de las cosas que más aprecio de las mujeres amigas es que consigan desprenderse de esa tendencia que les lleva (nos lleva) a escamotear halagos sinceros entre nosotras. Somos humanas y, a veces, deseamos ser, parecer o tener algo de ellas, ya sea una parte de su rostro o de su cuerpo, alguna de sus habilidades, su belleza, su inteligencia, su trabajo, su poder o incluso el hombre que tienen a su lado. Y lo hacemos porque, una vez más, al igual que lo hacemos con todo lo que está fuera de nosotras mismas, solemos idealizarlas, siempre serán "las otras", esas diosas que potencialmente pueden hacernos sombra. Pero en el fondo esto conlleva una especie de secreta admiración por esas otras mujeres. y la admiración, al contrario que la envidia, va ligada al amor.



Three women 1921 Fenand Leger


















De cada una de mis amigas hay algo que admiro, algo que aprendo. A veces me sirven de espejo, para mostrarme lo que yo no quiero o no puedo ver, o para apreciar qué hay en ellas diferente a lo que soy y me hace enriquecerme. Reunirme con ellas, dejar que la charla discurra, incontenida, entre risas y lágrimas, es una de las cosas más gratificantes cuando una tiene el corazón roto o el alma hecha jirones. Tal vez no siempre puedan estar en el momento justo en el que las necesitamos pero estoy convencida de que si les lanzas un S.O.S ellas estarán ahí.

A todas mis amigas, a las que se fueron para no volver, a las que están lejos o  detenidas en el tiempo. a las que tal vez no pueda volver a recuperar, a las que aparecen y desaparecen, a las que cuidan de nuestra amistad con pequeños o grandes gestos, a las que contra todo pronóstico han vuelto a formar parte de mi vida, y también a las que vendrán, porque mi cupo de la amistad nunca está cerrado; a todas ellas, GRACIAS por haberme hecho comprender que la amistad es imperfecta y que si bien  hay cabida para la decepción también la hay para la reconciliación y el perdón.













Me gusta imaginar que con alguna de ellas llegará un día en el que pueda reproducir vagamente la escena final de esa gran película Ricas y Famosas, de la que hablaba antes:

Merry (Candice Bergen) y Liz  (Jacqueline Bisset) tienen una fuerte discusión el día de Fin de Año. Es una de esas discusiones en las que la lengua se afila y las palabras hieren. Merry disfruta de una fiesta con la jet set neoyorkina mientras que Liz, mujer solitaria e independiente, se ha marchado a su casita de Connecticut. De repente, Merry decide abandonar la fiesta, coge una botella de champagne, sale a la calle y se sube a un taxi. Liz está sentada frente al fuego, tomando una copa, cuando llaman a la puerta. Merry entra enfundada en su visón y se sienta junto a su amiga. Comienzan a hablar de hombres (tema recurrente en sus vidas ya que Liz fue la antigua novia del marido de Merry), la amistad... Liz desea dejar atrás esa idea romántica de que los hombres vean algo misterioso y seductor en su obra o descubran la poesía  de su cuerpo. Cuando el reloj está a punto de marcar la medianoche Liz le pide algo a Merry: 
LIZ - Merry, házme un favor. Bésame
MERRY- Después de todos estos años, ¿no irás a decirme que hay algo raro en ti?
LIZ- Es Nochevieja. Quiero apretar carne humana y tú eres la única carne que tengo cerca. Bésame
Lo siento, pero no he podido encontrar el vídeo de esta escena doblada. Sin embargo no son imprescindibles las palabras, sencillamente vedla. A mí, después de tantos años, sigue emocionándome.







En cuanto a mis amigos, eso podría ser objeto de otra entrada en este blog...



domingo, 26 de octubre de 2014

The end of the affair/ El fin del romance

                                 





Revisito esta mágnífica película de Neil Jordan, The end of the affair (El fin del romance, 1999), interpretada por Ralph Fiennes, Julianne Moore y Stephen Rea (The crying game, 1992). Basada en la novela homónima del escritor británico Graham Greene, convertido al catolicismo muy poco antes de su muerte, fue llevada al cine anteriormente por Edward Dmytryk en 1955. La interpertación corrió a cargo de Deborah Kerr y Van Johnson. Aún siendo una excelente película, si me dan a elegir, me quedo con el remake de Jordan:perfectamente ambientada en el Londres de la 2ª Guerra Mundial, esta película sobre el adulterio, los celos, el sentimiento de culpa, el odio... y un alto contenido de caracter religioso, cuenta con la banda sonora de Michael Nyman



“A story has no beginning or end: arbitrarily one chooses that moment of experience from which to look back or from which to look ahead.”
 

Graham Greene, The End of the Affair 

 “The sense of unhappiness is so much easier to convey than that of happiness. In misery we seem aware of our own existence, even though it may be in the form of a monstrous egotism: this pain of mine is individual, this nerve that winces belongs to me and to no other. But happiness annihilates us: we lose our identity.”  

Graham Greene, The End of the Affair




 




viernes, 24 de octubre de 2014

In a lonely place/ En un lugar solitario



La película de Nicholas Ray In a lonely place (En un lugar solitario. 1950) da título a este blog. Es una película que comienza a ritmo de cine negro y que acaba convirtiéndose en un drama romántico, sin perder un ápice de intriga, con un espléndido guión y un reparto en el que destaca la singular Gloria Grahame. 

En una de las secuencias finales, escuchamos las palabras del personaje al que da vida Humphrey Bogart, el guionista Dixon Steele: "I was born when she kissed me. I died when she left me. I lived a few weeks while she loved me" (“Nací cuando ella me besó. Morí cuando me abandonó. Viví unas semanas mientras ella me amó.”). 

¿Acaso no es el amor lo que nos hace vivir y morir? ¿Acaso no renacemos cada vez que el amor nos acaricia y morimos un poco cuando el amor nos abandona?