Dianne Keaton y Woody Allen en Annie Hall cuando son aún dos desconocidos |
El dramaturgo Tenesse Williams, uno de los autores más representativos del teatro norteamericano contemporáneo, se caracterizó por poblar sus dramas de personajes profundamente heridos en el alma, la psique y el corazón. Esos quiebros les convertían en seres excesivamente vulnerables, desgarrados, altamente inflamables y propensos al conflicto, el principio esencial del DRAMA y que, en el caso de T. Williams, aunque sus obras son ricas en subtramas, suele ser esencialmente de carácter emocional, la pugna de un personaje con sus propios fantasmas y sus demonios.
Fue Blanche Dubois, el personaje central de Un tranvía llamado deseo y paradigmático de la obra de Williams, quien decía que siempre había dependido de la amabilidad de los extraños y es que, en ocasiones, los extraños nos proporcionan un confort que no encontramos en las personas más próximas a nosotros. Estamos descontextualizados para ellos y, por tanto, hay menor cabida para los prejuicios, nos tratan con una menor exigencia. A esos extraños podemos encontrarlos en un banco de un parque, una parada de metro, un vagón de tren , un avión, el hall de un hotel, una sala de espera o cualquier otro lugar en el que estamos "en tránsito". De una manera casi casual comenzamos a hablar con ellos y en cuestión de minutos podemos llegar a desvelar fragmentos importantes de nuestra vida. En ocasiones pueden producirse pequeños gestos de complicidad cuando alguien te susurra algo que no desea que un pariente próximo escuche. Comparten contigo algún temor o preocupación , algo que necesitan sacar de un lugar oscuro y que te confían con la inconsciente certeza de que no volverán a cruzarse contigo.
Estos extraños que encontramos o nos encuentran suelen ser personajes de reparto de la historia de nuestra vida; tienen una participación muy pequeña en ella y sus nombres no aparecerán en los créditos finales. Serán, en la mayoría de los casos, meros figurantes, aún cuando tengan unas líneas de diálogo. Sin embargo es en ellos en quienes a veces depositamos, como si de un hueco hecho en el tronco de un árbol se tratara, un secreto que quedará cubierto de barro para siempre. Luego continuaremos viviendo junto a los personajes protagonistas de nuestra trama, personajes que en muchos casos desconocen nuestro pulso más profundo.
Sin embargo, a veces los extraños acaban involucrándose en nuestra vida y se convierten en protagonistas de ella. El cine ha recreado algunos de estos encuentros, casi siempre en su dimensión más romántica. Las historias de títulos como Breve encuentro (David Lean, 1945) Cuando Harry encontró a Sally (Rob Reiner,1989) Annie Hall (Woody Allen, 1977) In the mood for love ( Wong Kar Wai , 2000), Los puentes de Madison (Clint Eastwood, 1995) o Extraños en un tren (Alfred Hitchcock, 1951), esta última con tintes de intriga, se generan a partir del encuentro entre dos desconocidos. Y es que, en realidad, todos hemos sido extraños para todos en un comienzo. A veces los extraños se reconocen y se instalan en nuestras vidas, aunque nunca sabremos por cuanto tiempo. Entonces sí, sus nombres figurarán en los créditos finales de la película de nuestra vida.
Los personajes Chow Mo-wan y Ah Ping de In the mood for love (Wong Kar Wai ) |
Chow Mo-wan: In the old days, if someone had a secret they didn’t want to share… you know what they did?
Ah Ping: Have no idea.
Chow Mo-wan: They went up a mountain, found a tree, carved a hole in it, and whispered the secret into the hole. Then they covered it with mud. And leave the secret there forever.
"En la antigüedad si alguien tenía un secreto que no quería compartir sabes lo que hacía? Subían a una montaña, encontraban un árbol, escarbaban un hoyo en él y le susurraban su secreto. Luego lo cubrían con barro.Y dejaban el secreto allí para siempre."
(Diálogo entre los personajes protagonistas de la película de Wong Kar-wai In the mood for love)
AMPARO DE VEGA REDONDO
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