viernes, 13 de enero de 2017

"Hacíamos el amor..."



Hiroshima mon amour. Alain Resnais (1959)




                                         



Inauguro en mi blog la sección FRAGMENTOS: extractos de obras literarias, poemas, diálogos de cine, canciones....Y con ellos, la imagen y la música que recrean, sugieren, inspiran,  a través de mi mirada, claro...



Fernando del Paso

Comienzo con este fragmento de la obra Palinuro de México (1977), del escritor mejicano Fernando del Paso. Una novela de narrativa libre, rica y compleja, un caleidoscopio en el que se abren cientos de ventanas a través de las que podemos trascender lo real y vagar por un mundo onírico, a veces surrealista y mágico; otras, quizá incomprensible. ¿Acaso no lo es el discurrir de nuestra propia mente para nosotros mismos? En la línea de Rayuela de Cortázar o el Ulysses de Joyce, su estructura, en la que además se alternan las voces narrativas,  es la que permite leerla de manera fragmentada, sin orden ni concierto. Como toda gran novela, Palinuro de México es una gran historia de amor, la del joven Palinuro, estudiante de medicina, con su prima Estefanía. Pero además, es la crónica de una época en la que la filosofía, la historia, el arte, la ciencia, la sátira y la mitología están presentes, haciendo de ella una novela de dimensiones épicas y difícil clasificación.




                                           




"Hacíamos el amor compulsivamente. Lo hacíamos deliberadamente. Lo hacíamos espontáneamente. Pero sobre todo, hacíamos el amor diariamente. O en otras palabras, los lunes, los martes y los miércoles, hacíamos el amor invariablemente. Los jueves, los viernes y los sábados, hacíamos el amor igualmente. Por último, los domingos hacíamos el amor religiosamente.
O bien, hacíamos el amor por compatibilidad de caracteres, por favor, por supuesto, por teléfono, de primera intención y en última instancia, por no dejar y por sí acaso, como primera medida y como último recurso. Hicimos también el amor por ósmosis y por simbiosis: a eso le llamábamos hacer el amor científicamente. Pero también hicimos el amor yo a ella y ella a mí: es decir, recíprocamente. Y cuando ella se quedaba a la mitad de un orgasmo y yo, con el miembro convertido en un músculo fláccido no podía llenarla, entonces hacíamos el amor lastimosamente.
Lo cual no tiene nada que ver con las veces que yo me imaginaba que no iba a poder, y no podía, y ella pensaba que no iba a sentir, y no sentía, o bien estábamos tan cansados y tan preocupados que ninguno de los dos alcanzaba el orgasmo. Decíamos, entonces, que habíamos hecho el amor aproximadamente.
O bien, a Estefanía le daba por recordar las ardillas que el tío Esteban le trajo de Wisconsin y que daban vueltas como locas en sus jaulas olorosas a creolina, y yo por mi parte recordaba la sala de la casa de los abuelos, con sus sillas vienesas y sus macetas de rosasté esperando la eclosión de las cuatro de la tarde, y así era como hacíamos el amor nostálgicamente, viniéndonos mientras nos íbamos tras viejos recuerdos.
Muchas veces hicimos el amor contra natura, a favor de natura, ignorando a natura. O de noche con la luz encendida, mientras los zancudos ejecutaban una danza cenital alrededor del foco. O de día con los ojos cerrados. O con el cuerpo limpio y la conciencia sucia. O viceversa. Contentos, felices, dolientes, amargados. Con remordimientos y sin sentido. Con sueño y con frío. Y cuando estábamos conscientes de lo absurdo de la vida, y de que un día nos olvidaríamos el uno del otro, entonces hacíamos el amor inútilmente.
Por envidia de nuestros amigos y enemigos, hacíamos el amor ilimitadamente, magistralmente, legendariamente. Para honra de nuestros padres, hacíamos el amor moralmente. Para escándalo de la sociedad, hacíamos el amor ilegalmente. Para alegría de los psiquiatras, hacíamos el amor sintomáticamente. Y, sobre todo, hacíamos el amor físicamente. También lo hicimos de pie y cantando, de rodillas y rezando, acostados y soñando. Y, sobre todo, y por la simple razón de que yo la quería así y ella también, hacíamos el amor voluntariamente"

Palinuro de México. Fernando del Paso 



2 comentarios:

  1. Estoy mucho dificil entender para mi. Entonces felicitacion para la performencia literraria

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias, Alain, pero el mérito obviamente no es mío sino de Fernando del Paso

    ResponderEliminar