Recuerdo haber leído una cita que decía : "Entre la tristeza y la nada, me quedo con la tristeza". No recuerdo quien lo había escrito pero sí el día que la leí; estaba tumbada en la cama desde la que podía ver el mar y me di cuenta de que la tristeza no dolía, tan solo nublaba un poco el horizonte, era como las luces bajas que enciendes en el salón de casa una tarde de invierno cuando comienza a oscurecer. Es sencillamente como un blues, como una sombra o un pañuelo de seda que te envuelve el cuerpo. Para mí nada tiene que ver con el tedio, término al que aludía la escritora Françoise Sagan para referirse a un sentimiento desconocido al que no sabía nombrar. Se decantó por llamarlo tristeza, aún cuando ésta, la tristeza, le pareciera "honrosa" mientras que aquella emoción que se le revelaba como algo nuevo la calificaba de egoista. Sin embargo, las emociones y sentimientos rara vez se experimentan en estado puro, suelen ser complejos. La tristeza es dulce y amarga, como cantaba Juliette Grecó: "My bittersweet tristesse..."
Este es el comienzo de la novela Bonjour, tristesse, de Françoise Sagan: "Sur ce sentiment inconnu dont l'ennui,la douceur m'obsèdent, j'hésite à apposer le nom, le beau nom grave de tristesse. C'est un sentiment si complet, si égoïste que j'en ai presque honte alors que la tristesse m'a toujours paru honorable. Je ne la connaissais pas, elle, mas l'ennui, le regret, plus rarement le remords. Aujourd'hui, quelque chose se replie sur moi comme une soie, énervante et douce, et me sépare des autres."
A ese sentimiento desconocido cuyo tedio, cuya dulzura me obsesionan, dudo en darle el nombre, el hermoso y grave nombre de tristeza. Es un sentimiento tan total, tan egoísta, que casi me produce vergüenza, cuando la tristeza siempre me ha parecido honrosa. No la conocía, tan sólo el tedio, el pesar, más raramente el remordimiento. Hoy, algo me envuelve como una seda, inquietante y dulce, separándome de los demás."
El director de cine americano y origen judeo-austriaco Otto Preminger (Laura, Cara de ángel, Anatomía de un asesinato...) llevó a la pantalla esta novela, éxito de ventas y premio de la crítica francesa en 1954, con la malograda Jean Seberg en el papel de Cécile, la protagonista. Yo os recomiendo leer la novela y luego ver la película.
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