En casa hay una taza que lleva tu nombre, un trozo de bizcocho de nueces, apartado, y unos zapatos sin pies. Hay un hueco en el lado izquierdo de la cama, una camiseta descolorida en el cesto de la ropa y un cepillo de dientes, seco, en aquel mug que vos me regalaste. La guitarra que bajé del trastero, la de mis quince años, reposa ahora contra una de las paredes del salón. A veces, cuando paso de manera atolondrada ante ella, se escapa un acorde disonante.Y este sonido me recuerda que, tal vez, deba devolverla al desván. Hay un puñado de canciones en mi playlist; algunas permanecerán y otras se irán por la ventana desde la que hasta hace poco te veía llegar. Y a veces, por sorpresa, cuando parecen haber desaparecido todos los rastros, me asalta algún pensamiento incontrolado, una punzada en mi pubis, entonces miro la pared, la que se ha quedado vacía, de la que han volado todos los pos-it con los recordatorios, las fotos y los poemas, el confort de reposar la cabeza en un regazo y caricias en los pies. Y más allá de la desnudez de esa pared, veo un desconchado con un resto rojizo, una grieta que intentaré ocultar, pero a la que tal vez ni cien capas de pintura consigan devolver su primer color.
Amparo de Vega Redondo
Muy bello texto.
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Gracias a ti por leerlo
ResponderEliminarUn texto escrito para mis dos últimas semanas? Ya ha vuelto todo a la normalidad y mis pies vuelven a ser acariciado. .....
ResponderEliminarBuen texto representativo para mucho y muchos.
Gracias por tu feedback. El mejor regalo para quien escribe es el saber que alguien se identifica con lo que has escrito. !Ah! Me alegro de que tu pies vuelvan a estar calentitos, ahora que parece que finalmente llega el frío
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