lunes, 12 de enero de 2015

Los objetos




Y sin embargo sé que podría vivir sin ellos







                                                 



Ellos permanecen cuando nosotros nos vamos y nos aguardan aún antes de llegar. La pátina del tiempo y las estaciones pasan por ellos; son sensibles al frío y al calor. También envejecen e incluso algunos mueren. Inertes en apariencia, conservan nuestro ADN, nos acompañan, nos hacen recordar, nos conmueven, nos hacen sentir en casa. A veces los sacamos de ella y los metemos en una maleta para convertirlos en nuestros compañeros de viaje.

Han escuchado palabras airadas y tiernas, han presenciado reproches, guiños cómplices, los momentos más íntimos, los más cotidianos. Son depositarios de tus caricias, tus lágrimas y también de tu desdén. Pero nadie sabe leer lo que está escrito en ellos excepto tú. Cuando algunos parecen extraviarse,tus sentidos saben detectarlos. Los recuperamos de manera intuitiva, llegamos hasta ellos por más que puedan estar escondidos en un lugar que creemos no recordar. Siempre sabemos donde se encuentran.

Te dan un sentido de pertenencia y orientación cuando te pierdes, nunca te abandonan, solo desaparecen si tú los dejas ir, perderlos es un acto de voluntad. Tal vez creímos que debían alejarse, ir a otro lugar, pertenecer a otros o sencillamente desaparecer. Qué es tu casa sino un lugar que contiene una serie de objetos que te son familiares: un sofá, un cojín, un cuadro, una carta, una estilográfica, un abalorio, un vaso, un plato, la luz de una lámpara, un aroma... Acompañados de preposiciones, la conjunción copulativa los integra y los convierte en algo único que da sentido a la palabra hogar; la disyuntiva los disocia cuando surge alguno que no te pertenece: una chaqueta olvidada, un paraguas, una guitarra y sus ausencias.

Esas conjunciones se despliegan como una manta con la que cubrirte cuando necesitas protegerte de la intemperie. Los miro y a veces me convierto en uno de ellos. Me transformo en un objeto pequeño, redondo y azul que se escabulle entre los estantes, los cajones o que rueda por la superficie.

Me siento a gusto entre ellos. Nunca te traicionan; te contemplan callados, no te juzgan, no te censuran y, además,  saben guardar tus secretos.


AMPARO DE VEGA REDONDO



3 comentarios:

  1. Para mí los objetos son muy importantes. A la vez, también lo son nada, claro. Pero los libros que he leído y que han significado algo, las cosas que asocio a determinados momentos de mi vida son como un recordatorio constante de lo que fue y por lo que soy. En mi casa me encanta tener objetos que la hagan mía. Que si alguien entra pueda casi respirar como soy. Que cuando yo entre sepa que estoy en mi hogar, el lugar que está hecho a mi imagen y semejanza y en el que me siento cómoda. No los necesitamos, claro, podemos vivir sin ellos. Y sin fotos. Y sin cine, pero seguro, seguro que no iba a ser lo mismo.

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  2. Pues sí, mamá de Marte. Es justo así como lo veo y lo siento. Nuestros objetos también hablan por nosotros. Gracias por tus palabras.

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  3. Música, cine, libros, fotos, cuadros, papeles que solo tu sabes lo que significan y que nos acompañan a diario, que hablan del paso del tiempo y de porque estan ahi. Fantastico, me ha encantado Amparo. Me parece tan intimo y personal el relato que casi se convierte en una exposición, en un mostrarse a corazón abierto con nuestras cosas al resto del mundo.

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