lunes, 15 de abril de 2019

Naxos



© Sylvester Harris. Evening





                                     




El solano traía el dulce, pegajoso e inquietante olor de la tormenta.

“Con el viento solano”. Ignacio Aldecoa




Recuerdas aquel día de verano, 
La radiante mañana  
De tu llegada a la isla, 
Acercándote al santuario de Apolo,
Sobre la colina que domina el puerto, 
En uno de esos momentos 
En los que lo efímero adquiere
La dimensión de eternidad. 

Bajo el sol de mediodía 
Deambulan los amantes 
Por la  portara del templo
Buscando el encuadre perfecto 
Para la inolvidable instantánea. 
Respiras el aire denso del Siroco   
Que el súbito avance de las nubes 
Torna aguacero.

Tus pies, 
Calados de agua de lluvia, 
Te recuerdan 
La inconstancia del universo, 
La veleidad de la dicha, 
La levedad de los afectos, 
La naturaleza caprichosa de los dioses.
¿Sería todo en vano? 

En la noche insomne
Te entretienes en el cielo, 
Buscas el beso del  Minotauro,
La madeja de  oro 
Que  salvó a Teseo. 
Y en  el  espejismo 
De la Corona Borealis  
Ves a  Ariadna inmortalizada por Zeus. 

Recuerdas  aquél  día de   verano,  
La  hora tibia en la que abandonas la isla.
Las constelaciones iluminan 
Un mar templado y calmo
En uno de esos momentos 
En los  que lo efímero adquiere
La dimensión de eternidad, 
Culminando un día perfecto. 







No hay comentarios:

Publicar un comentario