© Ernesto García Peña |
En la palma de tu mano
Reside mi dicha.
Agarrada a tu pulgar
Comienzo mi periplo
Por tu cuerpo de centauro.
A tu grupa yo cabalgo
Al ritmo lento de las dunas.
Con tu índice señalas
Los relieves del desierto
Desde Mhamid a Erg Chegaga.
En tu corazón me recreo.
Acaricio sus falanges, su yema,
Su uña de media luna.
Tu anular es mi faro.
Salto de él al meñique,
El que me salvaguarda
En la multitud del zoco,
El que me vincula al mundo
Cuando me siento perdida,
El que me lleva de vuelta
A la palma de tu mano,
Donde reside mi dicha.
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