viernes, 20 de diciembre de 2019

Samian Paradise













Il va venir trois bateaux blancs
Qui vont me dire bonjour en accostant,
Trois bateaux grecs, pauvres d'argent,
Riches d'amour et de vin blanc.

Et moi, je marche sur le port.
On dit que je suis folle encore,
C'est que j'attends depuis l'aurore
L'instant de les revoir encore.

(Les bateaux de Samos)






Durante los días que estuvimos allí, recorrimos la isla en busca de las paradisíacas playas y calas que recomendaban las guías y blogs de viajeros. Pero cuando regresábamos al Samian Paradise al final de la tarde, comprobábamos indefectiblemente que la nuestra, la que teníamos ante nuestra terraza, era incomparable. No era necesario desplazarse, ni caminar unos cuantos metros para encontrar un lugar donde extender la toalla sin tener que sortear bañistas o temer que al zambullirse en el agua un erizo o medusa pudiera echar a perder el día. Nuestra cala era pequeña, de agua diáfana, en el golfo de Kusadasi, con solo dos tabernas alrededor y un bote que fondeaba en la ribera a primera hora de la mañana trayendo la pesca del día. No había nada especial que hacer, tan solo dejar que transcurriera el día junto a la orilla, con un libro y un cuaderno, observar la gradación del sol de septiembre sobre el Egeo y la costa de Asia Menor, o disfrutar de una sencilla cena con vino local. Al final de la noche, cuando la taberna se quedaba vacía a excepción de la presencia de los gatos, y mientras mis ocurrencias se deslizaban sobre mi cuaderno de viaje, me parecía escuchar el dulce acento francés de Melina Mercouri cantando a los barcos blancos de Samos frente al litoral turco. Todo lo que necesitaba cabía en mi mano y el instante era de una plenitud incontenible que no sabía describir, al igual que el Samian Paradise, de belleza discreta pero mágica, un pequeño edén. La felicidad estaba allí, no había que irse a ningún otro sitio. Su playa no era perfecta, no era de arena sino de guijarros, y por las noches te acechaban los mosquitos. Pero muchos de los instantes allí vividos fueron perfectos, sin objeciones, sin dolor y sin nostalgia. Muchos de esos instantes consiguieron ser "ahoras" plenos. Y es que algunos paisajes son ajenos al tiempo que marca el calendario, como los barcos griegos, pobres en dinero, pero ricos en amor y vino blanco.







During the days we stayed there, we toured the island in search of the idyllic beaches and coves recommended by guides and travellers´blogs. But when we returned to the Samian Paradise at the end of the afternoon, we inevitably realized that no one compared to ours, the one we had in front of our balcony. It was not necessary to move or walk a few meters to find a place to spread out the towel without having to avoid bathers or fearing when diving into the water that a hedgehog or jellyfish might spoil the day. Our clear water cove, settled in the gulf of Kusadasi,  was small and had only two taverns around and a boat that used to anchor on the shore early in the morning bringing the catch of the day. There was nothing special to do, just to let the day pass on the sand with a book and a notebook, watch the gradation of the September sun over the Aegean and Asia Minor coast, or enjoy a simple dinner with local wine. Late at night, when the tavern was empty, except for the presence of the cats, and my fancy ideas slid over my notebook, I seemed to hear Melina Mercouri´s sweet French accent singing to the white ships from Samos. Everything I needed fit in my hand and the moment was of an overwhelming fullness that I could not describe, just like the Samian Paradise, of a discreet and magical beauty, a small Eden. Happiness was there, there was not need to go anywhere else. Its beach was not perfect, it was not a sandy one but with pebbles and at night the mosquitoes stalked you. But many of the moments lived there were perfect, without objections, pain or nostalgia. Many of those moments got to be full "nows". Somehow some landscapes are external to the time the calendar shows, such as Greek ships, poor in money, but wealthy in love and white wine.








2 comentarios:

  1. I didn't know the song from Melina Mercouri. How wonderful is it.
    And your prose so moving...

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