miércoles, 29 de marzo de 2017

MY SHELTERING SKY/MI CIELO PROTECTOR. Epílogo












In the end we will be
A faded memory, 
buried footprint, 
Sirocco breath, 
stratum on the tapestry, 
clay soaked by voices

Y al final solo seremos
memoria desvanecida,
huella sepultada, 
aliento de siroco,
estrato sobre el tapiz,
arcilla de voces 
impregnada.  




Bitter sweet tears run through the dry river. Children smear their hands in the mud where a glittering gem  catches the girl in her early teens´eye. She takes it among her dirty fingers and runs to the well to clean it with awe. Then she keeps in her pocket the little treasure the stream brought for her. So in a mimetic sort of way the boy from the mountains digs deep into his to reach for the chocolate bar the lady from the bivouac gave him in the morning. He hides behind the acacia tree, tears open the silvery wrapper and licks the candy greedily.

Mother calls for tea and  withered bread. While they gather around the kettle, some kilometers away a woman  is sitting at the top of the big golden dune near the campsite. She writes in her journal looking for the right words to contain what her sight cannot grasp. She runs her fingers through her hair and notices her naked left earlobe. Her stud missing...

The day is coming to an end, the declining sun reverberating on the sandy mountains. Mint tea with biscuits and ground nuts await her in an open circle made of strangers when the night falls. It feels like home then and there, under the sheltering sky full of stars.





Lágrimas agridulces riegan el río seco. Los niños embadurnan sus manos con el barro, donde una gema brilla, llamando la atención de la muchacha. La coge entre sus dedos sucios y corre al pozo donde la enjuaga con fervor. Guarda en el bolsillo el regalo que le trajo la corriente. En un acto de mimetismo el chico de las montañas hunde las manos en el suyo y busca la chocolatina que le regaló la mujer del  bivouac esa misma mañana. Se esconde tras la acacia, rasga el envoltorio plateado y lame la delicia con glotonería.

Madre llama para el té y el pan marchito. Mientras ellos están en torno a la tetera, unos kilómetros más allá una mujer  contempla la cima de la duna dorada junto al campamento. Escribe en su cuaderno buscando la palabra exacta que contenga lo que su vista no puede atrapar. Recorre su melena con los dedos y advierte la desnudez de su lóbulo izquierdo, el pendiente ausente.

El día se extingue y el sol, al esconderse, reverbera sobre las montañas de arena. Té a la menta, galletas y maní la aguardan en un círculo abierto compuesto por extraños cuando cae la noche. Se siente en casa allí y ahora bajo el cielo protector plagado de estrellas.












1 comentario:

  1. Sorry, now I understand very well and get very moved reading those lines...

    ResponderEliminar