Estos niños corrían por las escaleras que acceden a uno de los templos de la plaza Durbar en Katmandú en una mañana lluviosa de agosto del año 2011. No pedían nada, simplemente jugaban y reían. Me pregunto si seguirán por allí...Mi recuerdo para ellos y para esas mujeres cargadas con fardos en la espalda y en cuyos rostros siempre había una sonrisa.
AMPARO DE VEGA REDONDO
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