No hiles tan fino esta alfombra
Sobre la que no han de yacer
Dos cuerpos frente al fuego
Ni bailar la danza de la vida.
No remates sus bordes con esmero
Ni demores la elección de sus pigmentos.
No hiles tan fino esta alfombra
Que no ha de elevar el vuelo
Ni aterrizar en un radiante malecón.
Extiéndela a la intemperie,
Despojada de nudos y de enredos,
Que la empape la lluvia del invierno
Y la seque una tormenta de verano.
No quieras cultivar flores en la arena,
Deja que la piedra sea piedra
Y la hierba brote entre sus grietas.
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